Por: Luisa Carrera
PARKOUR, LA EXPRESIÓN DEL MOVIMIENTO
Saltos
y giros en el aire son algunos de los movimientos del parkour, una disciplina
que consiste en trasladarse de un lugar a otro de la forma más rápida y
fluída. “El parkour es el arte del
desplazamiento”.
En esta
actividad se resaltan las habilidades
físicas de las personas y mediante el entrenamiento se busca superar todos los
obstáculos que se presenten durante el desplazamiento.
A
las personas que practican parkour se las llama trazadores. En inglés, a los hombres
se los llama traceurs y a las mujeres traceuses.
ORIGEN:
La
historia del parkour comienza en Francia a finales de los 80’s, cuando un joven
llamado David Bell se inspira en el
entrenamiento que había recibido su padre y
convierte, junto a sus amigos,
técnicas de rescatistas en un deporte extremo.
OBJETIVO:
Según
la filosofía de Bell, el objetivo del
parkour es: “Formar personas fuertes física y mentalmente capaces de responder
ante una emergencia y ser útiles a la sociedad”.
MOVIMIENTOS:
Algunos
de los movimientos más conocidos son: Gato o monkey, rompe muñecas, precisión y
kong.
En Youtube hay varios videos que explican los movimientos, por ejemplo:
TRAZADORES EN GUAYAQUIL
En
Guayaquil existe una agrupación llamada Parkour Guayaquil (P.K. Guayaquil) que
realiza los entrenamientos en el parque de la ciudadela Bolivariana junto al
estadio Alberto Spencer.
Bolívar
Andrade, uno de los fundadores del grupo,
asegura que todo empezó alrededor de 2010, cuando él y sus amigos
empezaron a ver los videos que colgaban los trazadores de otros países.
“Al
principio fue complicado hacer los saltos, pero como esto en realidad me
gustaba, con el tiempo los movimientos se fueron haciendo más fáciles”, expresa
Kristen del Rosario, una de las integrantes de Parkour Guayaquil.
Santiago
Noriega, integrante de P.K. Guayaquil, explica que en el parkour no se hacen
competiciones, sino que se realizan encuentros para exponer las habilidades.
“Esto no tiene competición, es algo tan libre y puro que tienes que hacerlo
porque te gusta no porque quieres ser mejor que otra persona”, cuenta Noriega.
Bolívar
asegura que el parkour no tiene mucha popularidad dentro de la ciudad y que
debido a esto tienen algunas complicaciones con los guardias de seguridad.
“Ellos piensan que vamos a romper el cemento”, asegura Andrade.
Parkour
Guayaquil ya cuenta con una página en facebook en la que difunden las
actividades que realizan y los horarios de sus entrenamientos. Pueden obtener
más información a través de este enlace:
https://www.facebook.com/Parkourguayaquil2?fref=ts
Poco
a poco el parkour crea su historia en Guayaquil y gana más trazadores.
Por: Luisa Carrera
Por: Luisa Carrera
El fútbol cuando el escapismo es extremo
Sin
duda, el fútbol es uno de los mayores fenómenos sociales que existe en el mundo
y es por esto que se ha ganado el título como el rey de los deportes. Desde que
el fútbol se empezó a socializar, es decir, desde que salió de las élites para
invadir las zonas marginales, muchos individuos han sentido una especie de
llamado por este deporte.
La práctica del fútbol ha transformado la vida de
numerosos individuos, asistir al estadio, gritar por el quipo preferido para
alentarlo y vestir sus colores son solo algunas de las manifestaciones que
forman parte del rito del fútbol.
El
fútbol contribuye en varios aspectos como en
la identidad y el regocijo de un grupo determinado, y su popularidad es
tan grande que en todas partes hay algo que hace referencia a este deporte, como
las vallas publicitarias, vestuario, comerciales de televisión, notas
periodísticas, etc., pero un problema que puede originarse de toda esta
popularidad es que las personas se vean tan invadidas por la fiebre del fútbol
que todo lo demás se vuelva irrelevante.
Algunos
aficionados se introducen tanto que se olvidan por completo de los demás
asuntos que deben atender, y esto, es provocado en gran medida por las empresas
y los medios de comunicación. El fútbol dejó de ser solo un juego, ahora es,
sobre todo, un negocio y la publicidad se ha encargado de cubrir su verdadera
realidad.
El
sociólogo Leonardo Ogaz explica en uno de sus artículos que “El problema no
está en el fútbol mismo sino en que ha empezado a ser utilizado como una forma
de montar un gran espectáculo que haga olvidar algunas crisis como las que han
ocurrido en Europa y otras partes del mundo", es así como la sociedad del
espectáculo le da una especial prioridad a las jugadas y a los goles y no otros
asuntos relacionados con la economía, la educación y la salud de los
territorios.
Por
ejemplo, en el pasado mundial de fútbol, la mayoría de los medios de comunicación se invadieron de información sobre el campeonato y los demás temas pasaron a un segundo plano como si fueran menos importantes. Es así como el fútbol predomina sobre
las necesidades y los individuos se interesan más por la selección que triunfa o pierde.}
El
fútbol como juego enriquece las relaciones entre los individuos y fortalece la
identidad colectiva, el problema aparece cuando los medios de comunicación y las
personas se interesan únicamente por el fútbol y se escapan de una forma
exagerada de su realidad.
Por: Luisa Carrera
Por: Luisa Carrera
El pasillo porteño no pierde identidad con el museo Julio Jaramillo
Mientras la mano derecha rasguea su guitarra, la mano izquierda hace que sus dedos bailen en el diapasón al ritmo del pasillo. El magno río Guayas y el acogedor ambiente que lo rodea, son testigos del talento que Juan Carlos Acosta de 30 años de edad, guayaquileño, tiene para interpretar pasillos de cantautores ecuatorianos.
“Faltándome tú, mi vida se entristece, las estrellas ya no brillan, el cielo se oscurece” canta mientras entona su guitarra en la cafetería del Museo de la Música Popular Julio Jaramillo. Juan Carlos es apasionado por la música, en especial por el pasillo ecuatoriano, éste fue el motivo que le hizo visitar el museo permitiéndole conocer la historia de artistas a quienes ha imitado e interpretado sus canciones. Uno de los artistas a quien admira es Julio Jaramillo, para él es el cantante más grande de América.
Juan Carlos Acosta asegura que ha visitado 4 veces el Museo. Este espacio que reúne 100 años de historia de artistas vinculados con la música popular en Guayaquil, tiene como propósito preservar, enriquecer y transmitir nuestro patrimonio musical a nuevas generaciones.
Juan Carlos Acosta (derecha) entonando la guitarra clásica |
Acosta es una de las personas que ha adquirido el conocimiento del patrimonio musical del Ecuador y que ahora lo refleja en las canciones que interpreta. Él comenta que desde los 7 años empezó a imitar a Julio Jaramillo, pero cuando llegó a la etapa de la pubertad su voz cambió y se hizo grave. Luego de un tiempo, con su nueva voz empezó a imitar a nuevos artistas como Eduardo Brito Mieles, Roberto Sumba y a José Jaramillo, hermano de julio Jaramillo. Él es uno de los guayaquileños que aún mantiene la identidad del pasillo y la practica a través de la música.
Visitar el museo implica una travesía al pasado de la música popular guayaquileña, pero también es cuna para los nuevos exponentes del pasillo. Jenny Estrada directora del museo, dice que este proyecto tuvo una segunda fase que fue implementar la Escuela del Pasillo Nicasio Safadi (la única en el Ecuador), y pidió al alcalde la concesión de 30 becas anuales, que fue aprobada en sesión de concejo.
La escuela lleva el nombre de Nicasio Safadi, importante compositor de la primera mitad del siglo xx. Esta escuela se considera un centro de motivación hacia el cultivo de la música nacional y cada año recibe una promoción que cumple dos semestres intensos a más de la especialidad que pueden elegir, como canto, piano, guitarra, acordeón, y arpa.
Discos de vinilo de pasillos clásicos de los artistas porteños |
Para Estrada el interés de los jóvenes guayaquileños hacia el pasillo es absoluto, pero dice no apartarse de la realidad de un país de clases sociales, “la élite no se quiere ni rosar con esto, el pueblo es el que mantiene en su alma la identidad nacional y del pueblo vienen los chicos llenos de talento” dice Estrada.
El museo desde el inicio ha sido concebido para vincular al artista con la comunidad, y se ha logrado a través de las tertulias dominicales que se efectúan dos veces al mes, recibiendo artistas invitados.
Cuenta con registro anual de hasta 3.000 visitas y está ubicado en el segundo piso del edificio astillero en Puerto Santa Ana. Los horarios de atención son de miércoles a sábado de 10h00 a 17h00, y los domingos de 10h00 a 15h00. La entrada es gratuita.
La directora ahora tiene un nuevo objetivo en marcha, el primer concurso para jóvenes compositores del pasillo ecuatoriano. Este concurso es dirigido a personas entre 15 y 35 años que presenten su composición inédita en las oficinas del Museo Municipal de la Música Popular Julio Jaramillo, hasta el sábado 30 de agosto.
Los percusionistas, cuando el ritmo invade los cuerpos
La ciudad está llena de sonidos. Los ritmos populares definen y caracterizan a un sitio; y Guayaquil no se queda atrás. Dentro de toda esta gama de melodías, existe una en particular que invade de movimiento a cualquiera que la escuche: la percusión.
A pesar de la alegría que transmite esta rama de la música, los grupos dedicados a esta sección son poco conocidos por una gran parte de la población. En Guayaquil existen varios ensambles de percusión que producen música inédita.
Melissa Toral, estudiante de música en la UCSG, cuenta que a lo largo de su carrera se ha encontrado con muchas personas que desconocen la actividad de los percusionistas en la ciudad. “Estoy a punto de graduarme, he participado en varios conciertos y siempre que realizo difusión en los medios y redes me choco con la mala noticia de que la gente no se ha enterado de que también existen shows de percusión”.
Ella decidió especializarse en la batería, un instrumento de percusión, porque considera que es el artículo que “llena de vida” a las canciones.
Uno de los grupos de percusión más reconocidos en Guayaquil es el Ensamble Guayacos que está integrado por músicos de la Orquesta Sinfónica de Guayaquil.
"Al inicio bromeabamos con la idea de crear nuestra agrupación, pero luego vimos que realmente soñábamos con esto y solo esperabamos una especie de impulso entre nosotros".
Guayacos nació en 2008 con la dirección de los músicos Julio Vaca y Marcela Ramos.
Poco a poco el ensamble ha ganado fuerza y se ha consolidado.
El grupo lo conforman 10 percusionistas y ya tiene 2 álbumes lanzados. Abordan todo tipo de género: clásico, contemporáneo y popular.
Jennifer Ponce, gestora cultural, opina que el problema no surge porque a la gente no le gusten este estilo de melodías sino porque no están al tanto de que existen estas agrupaciones.
"Hace falta promoverlos, yo he visto cómo la gente disfruta de estas presentaciones, al público le encanta, lo que pasa es que no saben cuándo van a tocar, dónde, etcétera".
Nancy Cobo, promotora musical, concuerda con Ponce y agrega que los medios rechazan la difusión de estos eventos porque nos les generan ganancias y hace énfasis en que se refuerce el trabajo de difusión en las redes sociales.
"Su mejor opción ahora mismo es la web, deben aprovecharla y sacarle el jugo".
Eduardo Alvarado, amante de la música, dice que los conciertos de percusión están entre "los mejores shows" a los que ha asistido.
"Desde que una vez una amiga me invitó a un concierto, quedé enamorado de estos espectáculos."
Más allá de la difusión, es indudable que los rítmicos golpes en los instrumentos de percusión producen movimientos en la mayoría de quienes los escuchan.
La percusión está presente en la ciudad que recibe cada vez más a distintos percusionistas que quieren llenar de sabor las melodías.
Por: Luisa Carrera
Los guardianes de Santay
Por: Nathalia Saltos Zambrano
Cuando
el lugar fue habitado, hace más de 80 años, la isla le otorgó la fortuna de
cuidarla. El sentimiento es mutuo; generaciones han caminado y crecido por una
de las áreas más diversas de Ecuador.
En
medio del río Guayas se dibuja una hermosa y poca habitada isla. Puede ser
visitada cruzando el recién inaugurado puente en el sur de Guayaquil. La eco-aldea
tiene 256 habitantes que conforman 56 familias que han hecho la firme promesa
de respetar y cuidar la Isla Santay, hogar de manglares, exótica fauna como aves y cocodrilos. Las
viviendas de la eco-aldea están construidas con pino, cada una enumerada. Son totalmente
ecológicas, la electricidad se produce a través de paneles solares colocados en
el techo y otros implementos con los que ha sido equipada. A sus espaldas el inmenso
cielo se abre paso.
Desde
que se inauguró el puente, el número de visitantes es sorprendente. Minuto a
minuto, el puente se va llenando de más personas que quieren descubrir ‘cómo es
el pulmón de la ciudad’. La temperatura promedio de Guayaquil es de treinta
grados, así que el sol resplandece, y quienes andan en bicicleta o caminan por lo
corredores de maderas han empezado a sentirse acalorados y sedientos. Los guardianes de Santay entran y salen de sus
casas. Andan en bicicletas, en triciclos, conversan entre ellos, acompañan a
los niños a jugar o simplemente caminan solos. Viven en la isla desde que
nacieron y no quieren irse. Es suya “Nosotros fuimos peones, mis padres lo fueron y mis abuelos también, trabajábamos
a diario la tierra, no había casas como las que hoy”. Es la voz de Francisco Domínguez,
quien vive en la isla hace 60 años.
Los terrenos de la Isla Santay fueron expropiados
por el Banco de la Vivienda, y que la isla sea administrada por la Fundación
Malecón 2000. Antes, en Santay había haciendas ganaderas: Puntilla, San Francisco, Matilde, La Pradera, La Florencia. Todos los peones se
dedicaban a la ganadería (extracción lechera exclusivamente), a la agricultura
(siembra de arroz) y explotación de carbón.
Francisco
tiene una mirada amable. De menuda figura, mide un metro y medio, cabello negro, usa sandalias, viste una camiseta
de cuadros verdes mangas corta desabotonada, y una pantaloneta negra. Su piel
es cobriza por someterse a las inclemencias del sol. “Somos como guardianes de aquí. Cuidamos a la
isla, para que nadie tale los árboles no, o que no haya incendios, nos
encargamos de vigilar. Hacemos minga”. Su casa es la número veinticinco, vive
con su esposa quien elabora empanadas para el restaurante de la comuna. Está acompañado por su nieta de cuatro años,
que se esconde en sus brazos y sonríe.
“Aquí cada uno tiene su trabajo para subsistir, yo tengo mi canoita, a veces,
cuando me piden, transporto materiales
hasta Guayaquil, eso me da algo de platita.”
Créditos: Emilio García |
En la
casa número cuarenta vive Santa Domínguez Villón, 58 años, baja estatura,
contextura gruesa. Ella vende colas y aguas dentro su casa. Está apurada, tiene
una reunión en la casa comunal, sin embargo, nos recibe con amabilidad. Santa tiene una
mirada tranquila. “Debemos ser muy respetuosos con los que se nos ha entregado,
hay que fomentar en todos el respeto por el medio ambiente”. En el balcón de su
casa, tiene pequeñas plantas que cuida con esmero, las observa, las toca
delicadamente y les pone agua a diario. La isla es como una planta para Santa,
si no es cuidada adecuadamente morirá.
Desde
la eco-aldea hay cinco minutos hasta la cocodrilera por un camino de madera.
Durante este trayecto se puede observar la abundante vegetación y escuchar el
trinar de los pájaros. Los cocodrilos están ahí
para ser cuidados y que no representen peligro para nadie. Los turistas
pueden asomarse para verlos, son 12; 11 hembras y un solo macho. Todos en
cautiverio. Una vez
que el sol se esconde, el aire es más fresco. Son las seis de la tarde y los
turistas deben regresar a Guayaquil. Los guardianes de la isla regresan a sus
casas, otros siguen trabajando, deben dejar limpio el lugar de botellas, fundas
plásticas o cualquier tipo de desperdicio. Hacen recorridos junto con los
guías, para que nada se pierda de su vista. Los niños y jóvenes también
colaboran con la limpieza de su hogar.
Créditos: Emilio García |
Tatiana
Achiote nació hace 17 años, tiene un puesto de venta de helados. Estudió en
Guayaquil y desde la construcción del puente su recorrido hacia la ciudad se ha
reducido a 20 minutos. Antes el viaje duraba una hora. “Ellos (turistas)
deberían cuidar, porque no les gustaría que fueran a su casa y que en la puerta de su casa le boten la
basura. Deben tratar de ser responsables”. Desde
el 20 de febrero de 2010, la Isla fue declarada Área Protegida y forma
parte del Sistema Nacional de Áreas protegidas como Área Nacional de
Recreación. Además, la isla es reconocida
por la Convención Ramsar desde el 10 de octubre del 2000 como el sexto humedal declarado en Ecuador con un área total de 4.705 hectáreas. Debido a sus
humedales boscosos entre mareas, incluidos los manglares.
La isla
rodeada por el imponente Río Guayas no esconde sus encantos, más bien, los
expone y deja que quienes van a visitarla por primera vez regresen seducidos
por su emblemática naturaleza. Tras ser recibidos por los guardianes que
entienden su misión en esa tierra.
“La metamorfosis”, aniversario Kafkiano
“Cuando
Gregorio Samsa se despertó una mañana después de un sueño intranquilo, se
encontró sobre su cama convertido en un monstruoso insecto...” tal vez no sean
las línas más famosas de la historia, pero sí parte importante de la literatura
universal. La cita corresponde al libro La
Metamofosis, de Franz Kafka (1883-1924), quien redactó la historia que se
convirtió en epítome del existencialismo y marcó para siempre un hito en la
creación de cuentos con tintes fantásticos. Este cuento publicado en el año de
1915 ya cumple 100 años y su protagonista, Gregorio Samsa, está cada vez más presente
en la mente de lectores alrededor del mundo.
Gregorio
Samsa es un vendedor de telas que trabaja para mantener a su familia, cuyos
miembros desprecian su labor y desatienden las necesidades de afecto que éste
posee. Encerrado en un trabajo tedioso que lo obliga a trasladarse para poder
costear las clases de violín de su hermana y las deudas de su padre, poco a
poco va perdiendo sus aspiraciones propias y un día, con apenas 23 años, se
levanta convertido en un insecto. A pesar de que nunca se especifica el tipo de
insecto o las razones de su transformación, múltiples interpretaciones han
surgido a través de los años: crítica al sistema laboral opresivo y a la
burocracia, exploración psicológica de la depresión, simbolismo para hablar de
las condiciones terribles de vida, etc., pero por esta causa la obra sigue
vigente, porque nunca deja de provocar cuestionamientos e incluso videos y parodias como la de los chilenos youtubers de "WOKI TOKI":
Franz
Kafka logra relatar con naturalidad el paso del tiempo y los cambios en la vida
de Samsa a partir de su mutación. Actualmente, tanto el autor como la obra son
considerados epítomes o representantes del existencialismo. Este cuento es un
texto trascendental para comprender la historia de la literatura y, de paso, la
historia universal dentro del marco de la exploración de los conflictos y de la
libertad humana.