10 centavitos de culantro
Por: Esteban Díaz Andrade
Recorriendo una de las salsotecas más viejas y representativas del
puerto, yo escuchaba salir de sus parlantes una vieja salsa guayaca que contaba
entre timbales la leyenda de "La chola Inés". La canción narraba que dicha chola
vendía 10 centavos de sucres de culantro para el Ceviche, el Seco de chivo y
para el Arroz con pato. Esta famosa salsa setentera promocionaba nuestra
gastronomía Guayaca a toda Latinoamérica haciéndole un justo homenaje a esta
yerba verde que acompaña cada uno de nuestros platos del litoral ecuatoriano.
Nuestros ricos y bien sazonados platos guayaquileños fueron parte
de la salsa de exportación nacional que llegó a escucharse hasta en el México
de la Norte América de los años 70´s. Quizá Tintán bailó el culantro y por qué
no Eugenio Derbez junto a alguna “Guera” brincó hasta màs no poder esta
salsa en alguna fiesta popular de Acapulco.
El culantro, cuyo nombre científico es Eryngium foetidum endulza
cada uno de los platos de sal de nuestro mundo gastronómico guayaco. El
ceviche, El encebolado y todos los platos tienen su propio homenaje menos la
hierba que lo endulza es por ello que consideramos justo rendirle este tipo de
homenaje. El portal español Línea y salud describe al coriandro,
cimarrón, culantro, alcapate o recao como una hierba tropical perenne y anual
de la familia Apiaceae. La hierba es nativa de nuestra América tropical, donde
crece de forma silvestre, pero se cultiva en todas las zonas tropicales.
El culantro es utilizado como condimento por su olor y sabor
característico, muy semejante al Coriandrum sativum o culantro europeo, pero
concentra un sabor mucho más fuerte. El culantro, aunque a menudo se lo
confunde con el cilantro, es una hierba que crece en regiones tropicales de
América y la India Occidental. A diferencia del cilantro, que crece en lugares soleados, el
culantro se desarrolla en lugares sombríos y en suelos son húmedos. El culantro
forma parte de las llamadas “plantas medicinales” y su olor es diferente al
cilantro. Se dice muchas veces que el culantro “tiene un olor a chinche aplastado”.
Sus hojas son utilizadas en la comida y son dentadas, largas y gruesas (a
diferencia del cilantro, que son hojas pequeñas y finas). El culantro produce
una flor espinosa, mientras que el cilantro produce florecillas blancas y
ligeras.
Después de visitar Cabo Rojeño -acompañado de cervezas heladas y
buenas conversaciones melómanas- era justo y necesario comer un poco de culantro
remojado en alguna sopa guayaquileña y fue así que junto a Rita, una pecosa
turista chilena de marcado acento araucano, fui en búsqueda de unos
cangrejos "criminales" a Sauces 7, Norte de Guayaquil, la meca principal del
sabor donde están los más populares y grandes cangrejales del puerto principal.
Una “ayorita” de culantro
La canción del
popular grupo “Los Demonios del Salado” nos cuenta sobre la cantidad de dinero
que una persona invierte para conseguir una ramita de culantro para el Ceviche
de 1970. 40 años más tarde y con 10 centavos de dólar, junto a mi amiga pecosa
pudimos conseguir la misma ramita de culantro por los mismos 10 centavos
que nombra la canción. Como dato curioso
he investigado que tanto el cilantro
como el culantro son plantas muy relacionadas con las zanahorias.
Entre las cinco y las seis
Por: Nathaly Bósquez
Y
de repente... estaba ahí. Como una sucesión de colores que va desde amarillo, rosado,
rojo hasta naranja. De fondo un cielo blanco. Un cuadro que no es pintado por
una mano humana. Son las 18:00 y en el Terminal Terrestre de la ciudad de
Guayaquil la gente viene y va: sale,
entra, con sus ilusiones y fatigas en el hombro. Jóvenes con mochila en mano. Aventureros
rubios y mestizos con ojos azules o verdes que provienen de algún rincón
latinoamericano e intercambian palabras en un dialecto híbrido, a veces difícil
de entender, pero que se escucha en el ambiente. Gente que llega. Gente que
llega y luego se va, con la esperanza de volver. Ahí… el atardecer.
Pero
no se habla de cualquier puesta de sol. Aquélla que a veces vemos en la playa o
en la montaña, quizás entre un río navegable acompañados por niños y niñas que
visten atuendos tradicionales amazónicos. Este texto se refiere al atardecer
guayaquileño.
Sucedió un día. Fui con un
familiar al Terminal Terrestre, justo en la caída de sol. Entre tantos carros y
lámparas con luces amarillas, detuve el paso y observé. Miré y me sorprendí.
Mis ojos se fijaron en los colores, en los tonos que aparecen entre las 17:00 y
18:00. Aquella etapa en la que el día cede el paso a la noche. Miré, me
sorprendí y me cuestioné: ¿los que habitamos la ciudad, entre tantos pasos y
apuros, nos detenemos a mirar lo que nos ofrece el cielo de Guayaquil?
La
“Ciencia nuestra de cada día”, título de un blog en la web, explica que los
colores que rodean al sol tanto en la mañana o como en la tarde, se debe a la
posición que ocupa la estrella. Esta se ubica debajo del horizonte y los rayos
que emite se dirigen desde debajo de las nubes y así se origina la tonalidad
rojiza en el cielo…
Pero
regreso a Guayaquil y vuelvo al atardecer. Tal vez, después de leer este texto,
usted, desde el lugar donde se encuentre, quiera detenerse justo cuando el
reloj marca las 17:00 o las 18:00. Querrá mirar el atardecer guayaquileño, sacará
una fotografía y luego la publicará en su red social de preferencia con el
texto “No necesita filtros, #cielodeGuayaquil #Guayaquil” y todas las etiquetas
que lleguen a su mente. Pero no, el atardecer de la ciudad se queda más allá de
una fotografía: deberá fijarse en nuestra memoria. En nuestra mente que divaga,
que se confunde entre pasos apresurados de gente que llega y se va.
La decisión de los medios frente al terrorismo
El atentado en la iglesia de la comunidad afroamericana de Charleston, Carolina del Sur (EEUU), abrió un debate sobre lo que puede -o no- considerarse un acto terrorista desde la cobertura mediática. Dylan Roof, un joven que presuntamente sigue las doctrinas supremacistas, ingresó al templo y mató a nueve fieles. Para los periodistas, calificar un suceso como ‘terrorista’ es una decisión que debe estar alineada con los manifiestos editoriales del medio, pero en muchos de ellos no se profundiza sobre estos casos.
El concepto que propone la Organización de las Naciones Unidas (ONU) detalla que el terrorismo está relacionado con “todo acto que obedezca a la intención de causar la muerte o daños corporales a civiles no combatientes, con el objetivo de intimidar a una población u obligar a un gobierno o a una organización internacional a realizar o abstenerse de realizar un acto.” El manual de estilo de la Radio y Televisión Española (RTVE) acoge esta idea, pero señala un punto importante: solo cuando en el suceso esté involucrada alguna organización que esté categorizada como un grupo terrorista por la Unión Europea (UE), el periodista podrá utilizar la palabra ‘terrorismo’ en la noticia. Es decir, por no integrar formalmente uno de los grupos enlistados por la UE, la masacre de Roof no podría considerarse un atentado terrorista en la cobertura de RTVE.
El manual de estilo de la British Broadcasting Corporation, popularmente denominada como la BBC, establece lo siguiente sobre el uso de la palabra ‘terrorismo’ en sus notas: “La palabra “terrorista” en sí misma puede ser un obstáculo, más que servir de ayuda para entender lo acontecido. Deberíamos evitar este término, a no ser que se ponga en boca de alguien. Deberíamos informar sobre los hechos tal y como los conocemos y dejar las valoraciones a otras personas.” Este medio de comunicación se rige a la calificación de alguna autoridad sobre el hecho. Sin embargo, desde su portal de habla hispana, BBC Mundo, se discute si el atentado en Charleston podría denominarse un ataque terrorista. En el reportaje también surge una cuestión que va más allá de las decisiones editoriales. Samantha Asumadu, una representante del observatorio mediático Media Diversified, consultada por la BBC, expresó que en los medios hay una parcialización sobre a quién debe denominarse terrorista y a quién no. "Un hombre blanco siempre tiene el beneficio de la duda (en el suceso), cosa que no pasa con la gente negra, asiática o con un latino", detalló.
La cautela a la hora de denominar un suceso como terrorista por parte de los medios tiene su razón de ser. Desde la academia, está claro que los grupos terroristas buscan mediatizar sus actos como una forma de propaganda. Además, llevar este tipo de noticias a una plataforma mediática puede impactar en la percepción ciudadana. En un trabajo de la Revista de Filosofía, Derecho y Política Universitas, realizado por Juan Carlos Montalvo Abiol y citando al experto en temas de comunicación, Rodrigo Alsina, se menciona que “los medios de comunicación pueden crear un clima de opinión de alarma social que, en determinados casos, reforzará la concepción de algunas personas sobre la inseguridad ciudadana.” Entonces, ¿calificar un acto como terrorista estaría llevando a los medios a cumplir una agenda que sea establecida por los grupos terroristas? En el mismo estudio se plantean dos opciones a los medios de comunicación: el silencio o informar.
A pesar de las distintas concepciones que existen, el término ‘terrorismo’ tiene que ver, fundamentalmente, con una de las que propone la Real Academia Española: “Dominación por el terror.” Los periodistas, editores y medios en general deben ser muy responsables a la hora de seleccionar estos calificativos para determinar un suceso como el de la masacre de Charleston. Lo que es imperativo para todos es informar y rechazar estos actos.
Periodistas que también son escritores
Comunicadores UCSGjulio 29, 2015#ComunicacionSocialUCSG, #ComunicadoresUCSG #Filosofía #UCSG #Periodismo
No hay comentarios
Si bien el
periodismo se caracteriza por la objetividad –en caso ideal del oficio- a la hora de redactar, muchos
escritores han sido periodistas y, poco a poco, las brechas entre periodismo y
literatura se van difuminando. Tras la
década del sesenta y el surgimiento de la corriente llamada “Nuevo periodismo”
–la cual consistía en aprovechar la experiencia investigativa para contar
historias- muchos nombres han aparecido. Gabriel García Márquez, Mario Vargas
Llosa, Rodolfo Walsh y sus novelas testimoniales... existen numerosos ejemplos
de grandes escritores que han ejercido el periodismo y que, aprovechando sus
habilidades narrativas dan el salto a la literatura.
El periodista Gay
Talese fue el pionero en volcarse a la
literatura al narrar con un estilo particular sus reportajes en el New York Times, siendo el más famoso
“The bridge” (1964). Al igual que él,
Truman Capote puede ubicarse en ambos oficios ya que comparten puntos ligados a
la corriente del “Nuevo periodismo”, la cual se caracteriza por la producción
de textos no-ficcionales que utilizan recursos literarios y es por ello que el
valor literario no va de la mano de la construcción de historias, sino de la
habilidad para narrarlas. Dentro de este grupo se podrían incluir al argentino
Martín Caparrós y a Leila Guerriero, conocida mundialmente por sus crónicas.
Truman Capote |
Por otro lado,
también hay periodistas que se convirtieron en escritores de ficción inspirados
por historias familiares o conocidas a través del ejercicio periodístico. Así,
tenemos a best-sellers latinoamericanos como Gabriel García Márquez, quien es
referente del realismo mágico. Por ende, ya sea apegados o no a una corriente,
desde la objetividad o la subjetividad, el periodismo está –ya sea en fondo o
en forma- cada vez más cercano a la literatura.
Solidaridad Guayaca en manos de la Quimioterapia
Por: Elena Vásquez
Era
la noche de un 24 de diciembre cuando se dirigía un grupo de jóvenes
pertenecientes de una fundación a la ciudadela Atarazana. Ellos iban cargados
con grandes fundas y maletas, tantas, que quienes los observaban a simple vista
hubiesen imaginado que iban de viaje, pero no, ellos iban al Hospital de Sociedad
de Lucha Contra el Cáncer (SOLCA) que está ubicado en la Av. P. Menéndez
Gilbert; y dentro de aquellos bolsos había muchos juguetes. Llegaron a su punto
de encuentro, lograron ingresar y se reunieron en los pasillos mientras
saludaban con cortesía a quienes se paseaban en ese momento. Ellos se reunieron
con un sólo objetivo, realizar risoterapia:
sacarle sonrisas a los pacientes y hacerlos olvidar por un momento esa grande
batalla por la que tienen que luchar diariamente.
En
la ciudad de Guayaquil, en épocas navideñas se puede observar el constante movimiento
de la gente -a diferencia de los pasillos del hospital que muchas veces se
llena con un silencio rotundo- pues en realidad, esta soledad es consecuencia de que muchos pacientes se marchan a sus casas y
se quedan los que realmente no pueden salir. Tras entrar al área de pediatría, los
jóvenes se dirigieron a la primera sala en donde permanecían los pequeños niños
y junto a ellos se encontraban sus padres sentados en un acogedor mueble
pequeño en el cual pasan la mayor parte de su tiempo. Luego, de manera
inesperada, entraron gateando unos chicos disfrazados, y después, de un solo
brinco, se pusieron de pie y empezaron a bailar, dibujando una sonrisa en el
rostro de cada niño que permanecía en aquella habitación.
Los
rostros de los niños mostraban una mezcla de alegría y asombro, para ellos no
era habitual ver que alguien entre gateando a su dormitorio ya que por lo
general siempre los que ingresaban eran sus familiares o los médicos. Algunos
infantes se levantaban de sus camas e inmediatamente se unían a imitar y bailar
junto a los chicos de la fundación mientras se escuchaba el tan sonado tema
musical “Gangnam style”. Ellos estaban
contagiados de ánimo. Meses o días atrás, lograr reanimarlos o sacarles una
sonrisa resultaba una tarea imposible tanto para los médicos y familiares que
conviven habitualmente con ellos.
Se
sentaron en el suelo y enseguida se escucharon las canciones navideñas, estos chicos
aplaudían animando a los pequeños y fue así como todos empezaron a cantar villancicos.
De pronto apareció un hombre de abdomen grueso, con cabellera y barba blanca,
con una gran sonrisa y diciendo “jo jo jo”. Los niños se mostraban
impresionados al ver a este personaje, en cambio otros lo reconocieron y
dijeron en voz alta “¡Siii! papá Noel vino a vernos”, enseguida se le acercaban
y lo abrazaban porque sus padres ya les habían hablado de que Papa Noel era un
buen hombre y siempre llegaba en la navidad a entregar regalos a todos los
niños. Estos niños pensaban que otra vez nadie los iría a visitar en Navidad.
Al
finalizar el festejo, Papa Noel sacó una bolsa llena de regalos y empezó a
repartirle a cada niño. Había todo tipo de obsequios: carros, osos de peluche,
juegos de cocina, legos, entre otros. Pero eso no fue todo, los caritativos
jóvenes guayacos que habían llegado, algunos disfrazados de gatos, otros de
vaqueros, otras, de princesas, sacaban de las fundas y maletas muchos regalos
entre esas muñecas, carritos y patines.
Lo
que muchos no notan o lo pasan por desapercibido es que Navidad se celebra una vez al año y en cambio
los niños permanecen el resto del tiempo bajo tratamientos, en soledad, y con
el sufrimiento intacto. Muchos creen que la felicidad la llena Papa Noel, el
árbol de navidad, los regalos o la cena navideña mientras que para esos
pequeños lo único que desean en navidad es poder estar con su familia,
recuperarse, ser un niño sano, y no exactamente depender de obsequios o de la
compañía de este peculiar personaje.