Por: Leira Araújo
Un cronista se caracteriza por su capacidad para
recolectar información, priorizarla o jerarquizarla y transmitirla al público
de una manera creativa, narrativamente meritoria, a veces, incluso poética.
Actualmente, las crónicas son perfiladas no tanto por la relevancia histórica
de los hechos, mas por la perspectiva, por la mirada única del cronista que
puede redactar dentro de este género híbrido sin dejar de lado detalles y sin
caer en subjetividades que pierdan el equilibrio creado entre literatura y
periodismo. Los nuevos cronistas son transgresores, escuchan, sus historias
trascienden la tendencia a buscar netamente lo “actual”, buscan nuevas voces y
personajes; entre ellos encontramos figuras internacionales como Leila Guerriero
y nacionales como Francisco Santana.
Leila Guerriero, invitada a la Feria Internacional del
Libro de Guayaquil (FIL) 2015, es una de las figuras más destacadas del
periodismo latinoamericano. Joven, de escritura prolija, es colaboradora de los
medios más importantes: El País, La Nación, El Mercurio, entre otros. Sumado a
ello, ha publicado cinco obras en solitario, siendo Los suicidas del fin del mundo. Crónica de un pueblo patagónico (2005)
–historia que indaga en la ola de suicidos acontecida entre 1997 y 1999 en la
localidad “Las Heras”, ubicada en la Patagonia argentina- la cual llamó la
atención a nivel mundial y la convirtió en un referente. De ella se habla mucho
y muy bien. Sus descripciones, de calidad onírica en ocasiones, la distinguen.
Este flujo de datos secos, directos, crea un mundo tan
parco y duro como el que recogen las palabras, sello estilístico de la autora
que posibilita encontrar en cada descripción una sucesión de imágenes,
repeticiones que golpean las líneas en una cadena sonora que saca al lector de
la mera inteligibilidad y lo aproxima a las sensaciones. (Landín, 2015)
Francisco Santana, hombre versátil y directo, figura
icónica guayaquileña, inauguró su carrera literaria con el libro “Historia Sucia de Guayaquil” (Cadáver
Exquisito Ediciones, 2012), en el cual narraba crónicas enfocadas en presentar
a la urbe como protagonista, siendo meticuloso, frontal. Tras ello, y dirigido
a un público consumidor de textos independientes, publicó “Pequeñas historias
cochinas” que editó la One Hit Wonder Cartonera, usando cuentos, mucho más
subjetivo y con un desfile de personajes llamativos. Colaborador asiduo en
diálogos culturales, forma parte de la iniciativa cultural Casa Morada.
Los nuevos cronistas se enfocan en brindar relevancia
a lo aparentemente irrelevante, son transgresores, no temen. Gabriela Wiener, Julio
Villanueva Chang, entre otros, también se han colocado en la palestra del
periodismo “nuevo”, desplegándose sobre las historias sin intentar figurar,
contando siempre desde la curiosidad y buscando lo genuino. Muchos de sus
textos pueden hallarse en distintos medios tradicionales –pero, sobretodo,
digitales- como las revistas: Gatopardo, Soho y Etiqueta Negra.
Referencias:
Sería genial leer más crónicas en los diarios.
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