Por José Alvarado
La desaparición de los 43 estudiantes de la escuela
normalista rural de Ayotzinapa, en el estado de Guerrero, México, convulsionó
casi todas las esferas sociales debido a los agravantes que, supuestamente,
están inmersos en el hecho. Los medios de comunicación tienen un papel
elemental en esta convulsión que sigue generando rechazo de parte de la
sociedad a las autoridades que poco han hecho por esclarecer el caso. Para los
medios es imperativo brindar la cobertura de este crimen, pero a partir de esto
se genera un debate: ¿es ético que los medios ayuden a reforzar la imagen de
país violento que tiene México en la ciudadanía?
Entre la noche del 26 y la madrugada del 27 de septiembre
del 2014, estudiantes de la Escuela Normal de Ayotzinapa se dirigían a un acto
conmemorativo en Ciudad de México. El alcalde en ese rato de Iguala, José Luis
Abarca, ordenó a la policía detenerlos porque suponía que iban a boicotear el
informe de gobierno que su esposa iba a realizar. El resultado de este
operativo: 6 fallecidos, 25 heridos y 43 desaparecidos. Hasta el día de hoy se
desconoce el paradero exacto de los 43 estudiantes. Las supuestas
investigaciones han diseñado distintas hipótesis de lo que pudo haber pasado
con ellos. Una de las ideas más defendidas es la gran hoguera que se prendió
para quemar los cuerpos y no dejar rastro de ellos. La ola de repudio al suceso
fue inmediata y los mexicanos salieron a las calles a exigir justicia para las
familias de los estudiantes.
Para México, este fue otro golpe de la violencia. Los
medios de comunicación se han encargado de informar a los que están fuera del
país norteamericano para que se conozca de la situación de la que ya se expresó
la ONU y otras organizaciones que velan por los derechos humanos. Los
periódicos ecuatorianos, durante los dos primeros meses de la desaparición de
los estudiantes, publicaron de forma continua las actualizaciones del caso de
Ayotzinapa. Algunos, como El Comercio y El Universo, utilizaron términos que
generaron mayor impacto como ‘territorio narco’,
‘cuerpos decapitados e incinerados’, entre otros. La obligación de los
periódicos es informar sobre las desapariciones, por lo tanto sería más que
cuestionable si la prensa callara sobre el hecho noticioso. Este no es el caso,
pero lo que se puede criticar es la forma y no el fondo de la cobertura.
Un reportaje del reconocido programa “La Televisión” de Gama TV informó de la desaparición de los
estudiantes. En la locución de la nota se expresa: “A un estudiante que intentó escapar lo habrían despellejado vivo y le
arrancaron los ojos de la cara…”. También detalla “…que el país, en gran medida, está siendo controlado por
narcotraficantes y grupos armados, así como autoridades corruptas que los
protegen…”. El contenido pudo haber sido fuerte para algunos televidentes por las imágenes
que mostraba. ¿Estos detalles contribuyen a la información pertinente del caso?
Probablemente poco. Las declaraciones de Jesús Murillo Karam, Procurador
General de México, son ligeramente consideradas en el reportaje. En la
plataforma televisiva es más complicado seguir normas éticas de la profesión
periodística porque se puja por la atención de los televidentes. Si se muestran
imágenes más contundentes y términos escandalosos, probablemente más gente verá
el producto. No se trata solo de cumplir con la agenda, se tiene que vender.
Por eso la televisión es más propensa a faltar a la ética periodística. El
resultado de este tratamiento es justamente lo que se puso en discusión:
reforzar la idea de país violento que padece México.
Las redes sociales han cumplido una labor destacada en
cuanto a la protesta. En Twitter se
han originado hashtags como el
#YaMeCansé, inspirado en una frase de Murillo Karam en una rueda de prensa
sobre la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa. En Internet hay poca
sátira que tenga que ver con Ayotzinapa; los caricaturistas de distintos medios
digitales han realizado dibujos que condenan el hecho. Lo que sí hay es un gran
número de memes en casi todas las
redes sociales virtuales que se burlan de Enrique Peña Nieto y su tibio
accionar sobre el crimen.
La cobertura de los medios de comunicación es necesaria
cuando se tratan temas como el caso en Ayotzinapa. Es pertinente revisar
ciertos conceptos sobre cómo llevar a la audiencia un suceso tan impactante
como este para no caer en el amarillismo. La cuestión que se critica a los
medios no es el fondo de la cobertura, es la forma.
Es un caso muy común en los medios ecuatorianos.
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