1. Debe hacerse todo el intento para que toda persona que sea entrevistada vaya directo al récord con nombre y apellido.
2. Las fuentes anónimas son un recurso de última instancia. El abuso del uso de fuentes anónimas le resta credibilidad al periódico frente a sus lectores. Mejor ir al récord, siempre.
3. La fuente anónima no es un escudo tras el cual los periodistas deben esconderse. Toda persona que rehúsa dar su nombre lo hace por alguna razón, a veces válida, muchas veces no. La primera regla de todo periodista es no hacerle fácil a la fuente esconder su identidad. El periodista debe intentar por todos los medios que la fuente dé su nombre para publicación. Presionar a la fuente para que su nombre se publique es un ejercicio saludable tanto para la fuente como para el periodista.
4. Cuestiónese usted internamente, como periodista, el porqué la fuente no quiere dar su nombre y cuestiónese como periodista la veracidad de la información. ¿Hay hachas que amolar? ¿Hay alguna vendetta de por medio? ¿Hay alguna razón personal o profesional por la cual la fuente quiere dar la información pero no desea que su nombre se publique?
5. “Por miedo a represalias” es una excusa y una muletilla que puede convertirse en la trampa perfecta para usted como periodista. Las fuentes utilizan esa razón para escudarse tras el periodista y muchas veces el periodista lo da por sentado. Si es así, entonces, hay una verdadera noticia que contar sobre el “régimen de terror” que reina en la instrumentalmente de gobierno. Presione a la fuente para que le dé otra razón o abunde sobre por qué no quiere que su nombre se publique.
6. Interrogue a la fuente, a modo de abogado del diablo, sobre lo peor que puede suceder si publica su nombre. No le haga fácil a la fuente esconderse tras su nombre (el suyo, como periodista) y tras la credibilidad del medio. La credibilidad del medio y la suya han tardado años en construirse, no deje que una fuente o la falta de rigurosidad suya como periodista la destruyan. La credibilidad del medio y la suya – no la credibilidad de la fuente- siempre viene primero.
7. Exija datos, estadísticas y hechos que sean razonablemente verificables cuando una fuente no quiera que se revele su identidad. Procure documentos originales o copias para constatar lo que la fuente está adelantando. Confirme contra documentos y datos lo que la fuente le confía. Pregunte siempre: ¿Dónde está la prueba de lo que me está diciendo? Vea siempre la prueba, búsquela y constate personalmente, con sus ojos, el documento o el dato. No confíe en la fuente, confíe en su sentido común como periodista y confíe en sus instintos como periodista. No deje que la fuente lo ponga en duda, ponga usted en duda a la fuente, aunque usted intuya que la fuente pueda tener algo de razón.
8. Someta a la fuente a un interrogatorio aún mayor al que somete a la figura pública que está dispuesta a que se revele su identidad. La fuente anónima tiene que sentir el rigor y el escepticismo del periodista. Ese es el precio que tiene que pagar por no permitir que se revele su nombre. No venda su credibilidad, ni la de su medio, por más buena que parezca la información. Someta a la fuente a un contrainterrogatorio, a modo del abogado del diablo, aunque usted sospeche que la fuente pueda tener razón. Este ejercicio le ayudará además a ver el punto de vista del otro o de los otros.
9. Si siente duda sobre lo que la fuente le está diciendo, no use la información. Consulte con su editor o jefe de sección si tiene duda. La duda es saludable.
10. La relación fuente-periodista es una relación sobre el poder de la información. Usted primero se debe a sí mismo como periodista, luego a sus lectores y tercero a su medio. No ponga la reputación suya y la de su medio en juego por una fuente cuestionable.
Jairo Rousseau A.
Nuevas Tecnologías.
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