“Men have had every
advantage of us in telling their own story… the pen has been in their hands”
Jane Austen
Nuestros estudiantes deben acercarse
siempre a la literatura contemporánea, y dentro de los libros de literatura
latinoamericana de este siglo destaca el cuentario Niñas y detectives de Giovanna
Rivero,
que es sin duda, uno donde el discurso femenino tiene múltiples bocas que se
adueñan de él de manera peculiar, lo que provoca en el lector nuevas
interrogantes sobre el tema. En este cuentario, sobre todo como lectoras
mujeres, entramos a una casa de espejos en donde vemos deformados y exagerados
personajes femeninos con los que podríamos identificarnos, y por lo mismo,
rechazarlos, pero también situaciones irónicas dispuestas para un lector
masculino.
Julia Kristeva dice que el personaje
enamorado por excelencia es “la joven” (Kristeva, 2000, p. 2). No creo que con
esto se refiera a que es el rol de la joven, solo que es al personaje al que
primero imaginamos enamorado. Al entrar a una lectura con protagonista
femenina, nos apuramos por saber en qué situación se encuentra frente al
“otro”. Y estos cuentos abordan las relaciones hombre-mujer o mujer-mujer más
tabú de nuestra sociedad.
Quiero empezar analizando el cuento
“Liliana llorando” que está cuarto en el índice, dónde ya tenemos una idea del
tono y grado de violencia que puede haber en esta literatura. Lo escojo primero
porque es el ejemplo más evidente de que Giovanna Rivero hace una crítica, o
más que crítica, una burla, del machismo. Se ríe literalmente a través de su
personaje del idiotismo masculino del que es capaz nuestra sociedad. “¡Claro
que fue contra mi voluntad! – estúpido, piensa Liliana completando mentalmente
su respuesta.” (Rivero, 2009, p. 39) Esto es a lo que debe enfrentarse la
protagonista que decide denunciar una violación. Aquí me parece pertinente hablar un poco de
los índices de violencia contra la mujer. En Ecuador, según el INEC, El 60,6%
de las mujeres en Ecuador ha vivido algún tipo de violencia. Es conocido el
hecho de que la mayoría de los casos de violación no son denunciados por miedo
de la víctima a la estigmatización social. Nuestro caso es muy parecido al de
Bolivia, país donde nace nuestra autora, pero también la mayor parte del mundo.
El tema del cuento tiene una problemática universal, o por lo menos,
occidental. Es un tema de estigma social, que se aborda desde la comedia. Por
eso descoloca al lector y lo incomoda. Liliana no puede evitar dos cosas:
reírse (acordarse de los chistes con connotación sexual de su amigo Marcelo)
durante el interrogatorio, y a la vez, preguntarse a sí misma si lo que le
acusan es cierto. Al final, desiste en su denuncia, y aquí es claro que el
sistema falla ante la problemática, pero también es profundamente honesto al
insinuar que Liliana se admite como una víctima que ha experimentado placer en
el displacer. Este final es tan políticamente incorrecto y no vamos a abordar
el tema tan complejo y freudiano que se nos avecina, como es la cuestión del
“querer ser violentado”, pero notamos la complejización que conlleva esta
decisión de la autora y la decisión de abordar temas de machismo o darle una
dimensión social a su literatura.
“Perro callejero” va aún más allá. Con una
estética de “pulp”, de personajes tomados de Sin city, una especie de Goldie y Marv, dónde la narradora confiesa
su fantasía de sexo junto con violencia. No por nada ella trabaja en una
revistería dónde solo se canjea revistas (negocio de lo más inverosímil) no por
nada él pide unas playboy, revista
que vive de las fantasías masculinas. Este cuento llega al clímax en la
oscuridad, cuando se cumple la fantasía de la protagonista, ser tomada
violentamente por este extraño. “He decidido no denunciarlo” (Rivero, 2009,
p.45) dice la narradora, repitiendo en parte el tema del cuento anterior, pero
esta vez, la voz de la narradora no tiene vergüenza o no duda frente al lector,
utiliza un lenguaje lascivo para describir la situación: “Casi podía palpitar
con la vagina” (Rivero, 2009, p. 48), que se evidencia expectante ante el
encuentro sexual.
Como sugiere el epígrafe de este ensayo, la
literatura escrita por mujeres da otra perspectiva de la mujer, que había sido
ya muchas veces representada, pero por el hombre. Rivero no solo se enfrenta al
hecho de ser mujer en la escritura, sino también al ser boliviana. La autora
decide irse contra los temas tradicionales de su literatura nacional, como son
el indigenismo, el campo y la minería, y construye una literatura cosmopolita,
que puede estar ubicada y leída en cualquier ciudad. Aunque se
desterritorializa para escribir, mantiene en su literatura la línea de denuncia
tan característica de la tradicionalidad
boliviana, pero no de la manera directa que plantea el realismo social. En ella
hay una crítica que es más bien ruptura de todos los cánones y prohibiciones
sobre lo femenino. Una irreverencia ante lo que debe ser una mujer dentro de la
sociedad conservadora, machista, latinoamericana.
“Es necesario que la mujer se escriba porque es la invención
de una escritura nueva, insurrecta lo que, cuando llegue el momento de su
liberación, le permitirá llevar a cabo las rupturas y las transformaciones
indispensables en su historia... Censurar el cuerpo es censurar, de paso, el
aliento, la palabra.” (Cixous, citada por Vivero, 2001).
Esta
cita de Cixous habla de la necesidad de la mujer de escribirse a sí misma para
conocerse. Claro, estamos ante un lenguaje literario, que por siglos ha sido y
sigue siendo mayormente masculino. El lenguaje literario que conocemos ha sido
construido por hombres, pero se puede tomar ese mismo lenguaje y esas mismas
herramientas literarias para hacer una construcción literaria de voces
femeninas. Como menciona la catedrática
mexicana, Cándida Vivero: “Los grupos silenciados deben instrumentar sus
creencias a través de las formas permitidas por las estructuras dominantes.”(Vivero,
2008)
Podemos concluir diciendo que Rivero es una
voz que no tiene miedo a ser
políticamente incorrecta. Esa es su marca. Acá se enuncian todo tipo de
mujeres, todo tipo de registros femeninos, todos con su lado sexual expuesto al
lector. Sexualidades que van extraño a lo poco convencional, nunca dentro de la
normalidad establecida por el judeo-cristianismo para la mujer, mujer casta
mujer madre. Rivero explora su género y lo aborda exponiendo lo inadmisible.
Cada cuento puede ser más profundamente analizado, con rasgos individuales,
pero en su conjunto transmiten un desborde de feminidad con caricaturizaciones
y exageraciones de ello.
Bibliografía
KRISTEVA, Julia. Historias de amor. México, Siglo XXI, 2000.
RIVIERO, Giovanna. Niñas y detectives. Madrid. Bartleby
Editores, 2009
Buen análisis
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